miércoles, 30 de abril de 2008

El cambio de papeles

Las noticias no son muy alentadoras para el periodismo. Así de contundente comenzaba Jean-François Fogel la conferencia inaugural del III Congreso Internacional de Periodismo en la Red en la universidad Complutense de Madrid.
Fogel reflexiona sobre los capítulos que han forjado la historia de Internet y los cambios de comportamiento que han supuesto en la sociedad. Es 15 de diciembre de 1994, un periódico decide publicar un volcado de su edición impresa en Internet. Empieza a crearse el monstruo. El resto de medios siguen su estela, dos años después, las principales cabeceras tienen una edición digital. Internet se ha convertido en un nuevo soporte para la prensa.
Pero llega 1998, y asoma la cabeza un proyecto salido de la imaginación de dos amigos. Ha llegado Google, y no hay quien lo pare. Es un novedoso motor de búsqueda, con una eficiencia y funciones nunca vistas hasta el momento. De pronto, indexar millones de páginas de todo el mundo es posible, toda la información al alcance de un clic, la sensación del poder absoluto. La vida del periodista acaba de cambiar para siempre; y la de los medios también, que además, se ven obligados a realizar un esfuerzo extra para aparecer en el buscador. Si no estás en Google, no existes.
El juego de Internet aún nos tenía preparadas una nueva vuelta de tuerca. La web 2.0, que nos abre la puerta a una nueva dimensión de la red con una trascendencia social que aún no podemos dilucidar. Para empezar, Internet ya no significa ordenador. La tecnología sin cables modifica la relación con los medios. Se puede acceder a la información desde un teléfono móvil, desde el portátil, e incluso desde las consolas. Nintendo se está planteando incorporar información a su portátil, DS, igual que ha hecho con su consola de salón Wii.
Ha cambiado el comportamiento de la sociedad. Ahora vivimos en lo virtual. Hemos dejado de revelar carretes de fotos para guardarlas en nuestro disco duro, pero también hemos ido más allá. Los menores de 25 años guardan su vida en Internet. Las fotos de sus momentos más importantes no están en su habitación, ni en su ordenador, sino en Flickr; sus vídeos en Youtube y sus documentos más importantes en Google doc.



Las tecnologías están revolucionando el comportamiento de la sociedad con respecto a la información. Los medios se enfrentan a una audiencia activa, una audiencia que ha pasado del yo leo al yo busco, yo encuentro y yo creo. En palabras de Fogel, es un salto del saber a la experiencia. Por primera vez, los redactores se enfrentan cara a cara con sus lectores, y además lo hacen en igualdad de condiciones y con las mismas armas. La información que puede encontrar el periodista en Internet es la misma que puede encontrar el usuario.
Frente a las noticias convencionales surgen los blogs y una serie de tecnologías no elegidas por el periodista sino por la audiencia, donde los viejos conceptos desaparecen. La información ya no se clasifica por temas ni se jerarquiza por importancia según criterio del editor. El lector no tiene que esperar a ver lo que el editor considera importante, si subyugarse a la agenda del día. Cobra fuerza la categorización por tags, es decir, palabras claves. La audiencia ya no tiene que subyugarse al medio, puede crear su propia publicación, sus grupos de discusión, elegir las noticias que quiera de los medios que le gusten.
El periodismo tiene que renovarse o morir. Sitios como GoogleNews permiten configurar tu diario personal, coger noticias de un medio y otro y presentárselas al usuario juntas y de forma inmediata. Los medios tienen que personalizar su contenido si quieren competir con esta avalancha de información exterior. Desde mi punto de vista, tienen que asumir que en Internet, la fidelización, es imposible. Hemos pasado de ofrecer información para que el lector la lea a ofrecer la información que el lector quiere leer. El trabajo del periodista digital debe ser la voluntad de responder a una audiencia capaz de configurar y cambiar sus necesidades. Hemos pasado de ofertar información a demandar intereses, a ver la importancia de acercarse a la audiencia para que la audiencia no se aleje de nosotros. En definitiva, nos hemos cambiado los papeles.




Uno de los movimientos más llamativos de los últimos años es el ascenso del llamado periodismo ciudadano (soitu, ohmynews, bottup), en el que personas anónimas crean su propio medio supervisados por periodistas profesionales. Muchos han visto en esto una amenaza a la profesión e incluso a la integridad de la información, pero lo cierto es que ofrecer la posibilidad de participación es imprescindible hoy en día.
Ante este panorama, nos corresponde a los futuros periodistas definir cuál ha de ser la relación con la audiencia, cuál es el espacio que deben reclamar los profesionales de la información. Sólo una cosa está clara; el periodista tiene que ser mejor que su audiencia para mantenerla, debe saber satisfacer sus necesidades y darle las respuestas a los interrogantes que se plantee. Eso es a lo que realmente deberemos enfrentarnos una vez salgamos de la facultad.
No hay mejor manera de terminar este post que citando a Fogel, y lo que para él es el periodista, "voz responsable e independiente que busca el bien público y se pronuncia de manera gratuita. El periodismo no es publicidad, ni educación, ni arte. Si esta voz tiene calidad suficiente, habrá voluntad de escucharla; si la voz no es pertinente ni de calidad, la voz será rechazada".

Una última reflexión, ¿parece concebible un mundo como el que muestra el segundo vídeo?